La opacidad y los claros indicios de corrupción han rodeado por años al clan Yunes, una saga política que, lejos de servir al pueblo, parece haberse servido de él. La revelación de la posesión de casi 500 millones de pesos en 34 propiedades repartidas en Veracruz, Ciudad de México y hasta Nueva York, mantiene un torbellino de acusaciones y cuestionamientos que, hasta la fecha, no han encontrado respuestas satisfactorias;  no obstante la FGR lo mantiene bajo investigación.

Desde hace más de ocho años, diversos medios de comunicación han dado cuenta sobre las irregularidades en el patrimonio de la familia Yunes. Sin embargo, estos señalamientos han sido sistemáticamente negados, ignorados o justificados de forma inverosímil. Es el caso de Miguel Ángel Yunes Linares, quien ha desestimado ser el propietario de los inmuebles, mientras su hijo, Omar Yunes Márquez, es presentado como el supuesto dueño gracias a sus actividades franquiciatarias.

El cuento de hadas de las franquicias no convence a nadie. ¿Cómo es posible que un simple negocio de comida oriental genere premios internacionales y permita la adquisición de propiedades millonarias en las zonas más exclusivas de México y Estados Unidos? La respuesta parece estar más relacionada con los oscuros tejemanejes políticos que con el éxito empresarial.

Las sospechas se multiplican cuando se examina el pasado de Miguel Ángel Yunes, quien ocupó el cargo de titular del ISSSTE durante el sexenio de Felipe Calderón. Durante su gestión, se presume que se llevaron a cabo movimientos financieros que beneficiaron directamente a su familia. ¿Es casualidad que las supuestas inversiones millonarias coincidan con su paso por esta institución?

Las propiedades de los Yunes, distribuidas estratégicamente en zonas de alto poder adquisitivo, no solo son objeto de cuestionamientos, sino que también han sido el blanco de denuncias por desvío de recursos, mal uso de fondos públicos, fraude en la compra de medicamentos e incluso por lavado de dinero y enriquecimiento ilícito.

Por ejemplo, los bienes de los Yunes azules en la zona conurbada se sitúan en áreas en donde el ciudadano común pasa y solo suspira por poseer aunque sea un medio solar de 20 metros cuadrados. Así en fraccionamientos como Costa de Oro, Lázaro Cárdenas o zonas VIP de Alvarado y Jamapa, las propiedades del jefe de la “Moronga Azul” crecen como la humedad. Otras propiedades se registran en la Torre Lu y en otros conjuntos residenciales, en donde para tener acceso, el interesado debe pasar por un escaneo general.

El ascenso político de Miguel Ángel Yunes, quien resultó ganador en la contienda por la Gubernatura de Veracruz en 2016, no ha hecho más que alimentar las suspicacias. Durante su mandato, Veracruz se vio sumido en una espiral de violencia, con la entrada en escena de un grupo delictivo de alto rango, situación que hasta hoy sigue afectando a la población.

Ahora, en medio de un nuevo proceso electoral en Veracruz, los Yunes vuelven a la arena política. Miguel Ángel Yunes Linares se presenta bajo los colores del Partido Acción Nacional como suplente de su hijo Miguel Ángel Yunes Márquez, quien busca un escaño en el Senado de la República. ¿Es este el momento para que el pueblo ponga coto al abuso de los Yunes en Veracruz y particularmente en el puerto jarocho y Boca del Río?

Las respuestas deben encontrarse en la voluntad del pueblo y en una justicia que no se doblegue ante los poderosos. Mientras tanto, la sombra de la corrupción seguirá planeando sobre los Yunes, recordándonos que el deber de un político no es enriquecerse a costa del pueblo, sino servirle con honestidad y transparencia.